¿Eres de los que dejan comentarios sobre las experiencias que te proporcionan las empresas?
Es habitual encontrarnos en internet relatos y comentarios de usuarios que nos cuentan sus escapadas y experiencias de verano: fotos de playas paradisíacas, comidas espectaculares o rutas culturales de ensueño.
Y, aunque todo parezca satisfactorio, también nos podemos encontrar con unos rotundos “no vayas a tal sitio, mira lo que me hicieron”.
Esas experiencias de verano son a veces muy útiles cuando queremos saber más sobre un destino. Y eso las empresas lo saben. De hecho, uno de los grandes puntos a destacar de TripAdvisor es cómo gestiona los comentarios de las experiencias de sus usuarios.
En este post te contaré mi experiencia en la visita realizada a la ciudad de Valladolid, atendiendo a 4 aspectos relacionados con el turismo: transporte; estancia en Hoteles; servicio al turista; y oferta de restaurantes.

- Trayecto Renfe
En este viaje a Valladolid el medio de transporte elegido ha sido el tren, sin duda uno de mis preferidos: Ave en el trayecto Madrid-Sevilla y media distancia Madrid-Valladolid, conectando las estaciones de Atocha y Chamartín con tren de cercanías.
Todos los trayectos fueron de corta duración, con un máximo de dos horas y media. Las estaciones que visité no tenían todas infraestructuras nuevas y actuales, pero contaban con los servicios mínimos para los viajeros que esperaban su tren.
El servicio prestado, tanto por los agentes de asistencia como por los de atención al cliente, en todo momento estuvo en el nivel adecuado de satisfacción, incluso teniendo en cuenta que había coincidido con un día de huelga.
Dentro de la ciudad no tuve problemas de desplazamiento, ya que gran parte del centro urbano es peatonal, y realicé a pié gran parte de las visitas culturales que tenía planeadas. En el desplazamiento a los monumentos que quedaban más alejados lo hice en el bus turístico con la tarjeta Valladolid Card de un día (8 euros). Muy recomendable.

- Estancia Hoteles.
Antes de dirigirme a Valladolid, hice parada en Madrid y me quedé una noche en un Hotel de 4 estrellas del centro, muy cerca de la Gran Vía.
Ya son muchos los hoteles que he visitado en Madrid y sobre este en concreto tengo que resaltar la actuación poco acertada del personal que hizo el check in.
Si sólo hubiese sido una acción desafortunada habría quedado en una anécdota, pero la sucesión de varios equívocos me hacen pensar que llevaba poco tiempo en el puesto: no me facilitó la entrada a la habitación aunque faltaba sólo una hora para la entrada, sin saber manifestar ninguna recompensa como presentarnos la zona cercana de establecimientos para poder esperar; cometió errores en la tarjeta de entrada, no indicando servicios que había contratado y al preguntarle sobre la distancia a diferentes museos realizó una confusa indicación, a la que afortunadamente no hice caso.
Aunque la asistencia del personal de recepción del primer hotel fue el punto negativo, la que recibí en el segundo hotel, ya en Valladolid, fue todo lo contrario, superando mis expectativas. Y no fue lo único.
En los dos casos se había realizado una petición en la reserva, a la que sólo respondió satisfactoriamente el Hotel de Valladolid. Ésto demuestra por qué el trato y la comunicación que ofrecen los empleados es tan importante en la experiencia del cliente y por qué supone un fiel reflejo de la política de empresa.
- Servicio al Visitante.
Aunque el personal de recepción del Hotel ya había resuelto muchas dudas, es muy aconsejable, incluso cuando tienes planificado el viaje, visitar un punto de información de la ciudad.
En este caso se encontraba en un lugar accesible al que llega desde la estación de tren y ofrecieron una atención muy satisfactoria. Me aportaron información de todo tipo: gastronómica, cultural, galerías de arte o diferentes alternativas para disfrutar la ciudad.

Las recomendaciones fueron acompañadas de folletos aclaratorios y de mapa gratuito de la ciudad.
- Oferta gastronómica.
La zona de la Plaza Mayor tiene una gran variedad de restaurantes para degustar los pinchos y platos típicos de la zona. Sin embargo, la zona más recomendada abarca las plazas colindantes, provistas de bares y restaurantes de todo tipo de comida (tanto comida nacional como internacional).
Si bien el repertorio era muy amplio, la búsqueda de un restaurante que sirviese tapas y que tuviera comedor interior con mesas y sillas, que no bancos o taburetes, no fue tan fácil. La mayoría contaban con mesas altas y taburetes sin respaldo.
Finalmente encontré lo que buscaba, en una ocasión, gracias a la invitación profesional del camarero que se encontraba en terraza. Y en todos los casos obtuve una atención excepcional.
“Aquellas empresas que invierten en la experiencias de los clientes y en las emociones que se les genera consiguen mayor relevancia y valor económico”
Cuando visitamos una ciudad vamos con ojos de turista, todo nos sorprende y nos maravilla. Con el paso del tiempo son los pequeños detalles los que hacen que quieras volver a visitarla o no: si estaba limpia, si te sentiste inseguro, la amabilidad de la gente, etc…
Sin duda, volveré a Valladolid, me hospedaré en el Hotel Colón Plaza y regresaré al bar de tapas La Argolla y al bar La Cartuja para saborear sus carnes a la brasa. También hay otras experiencias que no repetiré, como visitar el Museo Nacional de Escultura una hora antes de su cierre.
La razón: el tiempo que permanece abierto por la tarde no parece propio del tiempo vacacional, haciendo que la visita discurra con prisas, experiencia a la que no ayuda que el personal te llame la atención numerosas veces sobre el cierre a medida que realizas el recorrido por las distintas salas.
Por todo ello creo en la utilidad de los comentarios que se dejan en internet, tanto para las propias empresas como para los usuarios. Sin embargo, teniendo en cuenta la huella que dejan y que son totalmente subjetivos, considero que para sumar valor hay que justificar la exposición de lo que se transmite tanto de aquello que te ha gustado como de lo que no.
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